Es sabido que el ánimo ciudadano es volátil, y que una Feuc de izquierda favorece la homogeneidad e impacto del movimiento estudiantil (baste recordar 2011). Por lo demás, ya se anticipa el fin del “silencio selectivo” de diversos actores y grupos de presión. Luego, lo ocurrido en la UC es una campana de alerta para la actual oposición.
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En un hecho inédito, las recientes elecciones de la Feuc entregaron las dos primeras mayorías relativas a listas de izquierda (Amanecer y NAU), dejando fuera del balotaje a Solidaridad y el Movimiento Gremial. Naturalmente, la reflexión sobre las causas que podrían explicar este fracaso electoral de las derechas en la UC corresponde ante todo a los estudiantes y movimientos involucrados. No obstante, cualquier observador interesado en la política nacional debería aquilatar las implicancias de este resultado, por dos razones al menos.
En primer lugar, con vistas a un hipotético gobierno de las derechas, sus posibles protagonistas deberían tomarse muy en serio los eventuales escenarios de conflictividad social que enfrentarán. Es verdad que hoy las grandes mayorías anhelan orden y seguridad —los agitadores tienen estrecho margen de acción en lo inmediato—; pero también es sabido que el ánimo ciudadano es volátil, y que una Feuc de izquierda favorece la homogeneidad e impacto del movimiento estudiantil (baste recordar 2011). Por lo demás, ya se anticipa el fin del “silencio selectivo” de diversos actores y grupos de presión (ayer Reportajes de El Mercurio ofrece una exhaustiva cobertura al respecto). Luego, lo ocurrido en la UC es una campana de alerta para la actual oposición.
En segundo término, el triunfo de las izquierdas en la Feuc se enmarca en un proceso de más largo aliento; un proceso que confirma que el auspicioso momento electoral de las derechas no les asegura nada de cara al mediano y largo plazo. En concreto: en Chile la política universitaria ha sido una cantera privilegiada tanto de movimientos como de liderazgos políticos, esto es, una fuente muy fructífera de recambio de los grupos dirigentes. Y, en el caso de la UC, las izquierdas han triunfado en 9 de los últimos 10 comicios para la Federación de Estudiantes.
Pero no todo es color de rosa para el progresismo. La correlación de fuerzas en la Feuc sugiere un creciente desfase entre nuestra elite universitaria y las grandes mayorías —a veces reiterado en los claustros académicos—; un fenómeno ya conocido en algunos países desarrollados. Desde luego, por los motivos ya indicados esto es problemático para las derechas, pero el cuadro también es complejo para las izquierdas. En efecto, sus victorias en la elite estudiantil pueden tener algo (o mucho) de espejismo. ¿Cuánto de su predominio en esos segmentos hoy es replicable en el Chile profundo, en el votante obligado, en los sectores populares? Algo de ese desfase ya se ha visto en este gobierno y, al parecer, se confirmará en las elecciones de noviembre y diciembre. Como fuere, derechas e izquierdas harían bien en tomar nota de los desafíos que supone este panorama.