Opinión
Los límites de Kaiser

Kaiser puede ser un diputado que destaca mediáticamente y cuyo apoyo en las encuestas va al alza, pero encabezar el Ejecutivo es un desafío de otra magnitud, como ha quedado de manifiesto con la deficiente administración de Gabriel Boric.

Los límites de Kaiser

Desde hace algún tiempo, parte del mundo libertario ha confiado en que es posible llegar al gobierno a partir de un discurso firme y creciente en popularidad. Esto es precisamente lo que reflejaría la candidatura de Johannes Kaiser: desde que optó por el En contra en el último plebiscito constitucional, abandonando así al partido que lo respaldó en sus inicios, comenzó a posicionarse como una eventual carta presidencial.

Sin embargo, por diversas razones que analizaremos a continuación, da la impresión de que lo anterior no basta ni para el Partido Libertario ni para alcanzar el poder. En efecto, Kaiser puede ser un diputado que destaca mediáticamente y cuyo apoyo en las encuestas va al alza, pero encabezar el Ejecutivo es un desafío de otra magnitud, como ha quedado de manifiesto con la deficiente administración de Gabriel Boric.

Johannes ha afirmado reiteradamente que si su candidatura supera el 20% de las preferencias en las encuestas, él apostará por la presidencia. No obstante, sus opciones se han visto estancadas en el último tiempo. Su mayor alza tuvo lugar en los sondeos de diciembre, momento en que se opuso al acuerdo sobre la reforma previsional impulsado por Chile Vamos y el oficialismo. Aunque otras voces también salieron a criticar la reforma, Kaiser fue una de las más difundidas y duras de la oposición. Todos los medios aprovecharon la oportunidad para darle visibilidad, pues la apuesta resultaba atractiva: desde el ala más a la derecha se intentaba rechazar el acuerdo y al mismo tiempo señalaba algunos puntos que sí identificaban a parte de la ciudadanía. Su oposición le permitió, según Cadem, subir de un 5% a un 13%.

Pero el panorama a futuro es más complejo. El Partido Libertario es una colectividad nueva que necesita liderazgos estables y, sobre todo, recursos. Pese a que algunos parlamentarios se sumaron a sus filas, se trata en su mayoría de figuras disruptivas que probablemente quieren ser parte de la novedad y capitalizar algo del ascenso de Kaiser.

Al observar la trayectoria de personas como Gonzalo de la Carrera o Gloria Naveillán, todo indica que al primer conflicto o mejor oportunidad terminarán abandonando el barco. Esto pone a Kaiser en una situación delicada por varios motivos. Primero, porque de sus actuales parlamentarios, pareciera ser el único auténticamente libertario y formado en esa doctrina. Segundo, porque enfrenta el riesgo, hipotético todavía, de quedar sin representación parlamentaria.

En línea con lo anterior, también existen razones personales para Kaiser. Muchas veces se olvida que los candidatos son personas de carne y hueso, con familia y responsabilidades. Por eso, Kaiser debe estar considerando este factor, ya que, a diferencia de José Antonio Kast, parece no contar con el mismo respaldo para resistir cuatro años sin cargos de representación. Aunque se arriesgó y sufrió los costos personales y familiares de dos elecciones presidenciales, Kast construyó una estructura que le permitió mantenerse vigente en el debate público con su movimiento Acción Republicana y luego con el Partido Republicano y sus organizaciones internas. Tampoco parece haber padecido grandes problemas de financiamiento personal, considerando los negocios de su familia.

Pero la situación de Johannes parece ser diferente: cuatro años es un periodo largo y un riesgo para su carrera política. ¿Qué le sirve más al Partido Libertario y al mismo Kaiser? ¿Un cupo en el Senado? ¿Mantener su escaño? ¿Sacrificarse en la presidencial?

Por estas y otras razones, la apuesta de Johannes Kaiser y el Partido Libertario aún está por verse. Es cierto que sus cifras de militantes y el tiempo récord que se empleó para su formación son dignos de análisis. También es verdad que ya hemos visto fenómenos similares: hace algunos años, el Partido de la Gente superó los 47.000 militantes y se presentó como la novedad al criticar todo lo establecido. En ese entonces, el PDG también intentó alinearse con los tiempos actuales y las demandas del momento. Pese a todo eso, hoy es una tienda irrelevante. Si bien tienen marcadas diferencias entre sí, el Partido Libertario corre el mismo riesgo: es posible que gran parte de su alza se deba simplemente a lo novedoso de su liderazgo. Los libertarios han tenido problemas históricos y en distintas latitudes para mantener proyectos colectivos. Veremos si el caso chileno termina siendo un número más en esa lista. Hasta ahora, no se ve un proyecto de largo plazo.


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