Es probable que los votantes históricos del gremialismo se estén desencantando cada vez más del actual estado de cosas. Como mencionó el mismo Longueira en una entrevista anterior: “La UDI a la que le dedicamos 30 años de nuestras vidas ya no existe. La UDI tenía un relato muy claro. Ese relato lo transpiramos en las poblaciones y campamentos […] Como siempre lo dije, a la UDI no la destruyen sus adversarios políticos, la destruye la UDI”.
Hace algunas semanas, Pablo Longueira comentó: “Hoy se pelean el sector oriente, pero no quieren ir a las poblaciones”. A pesar de que cuenta con el notable mérito de tener entre sus filas a la candidata presidencial mejor evaluada, esas palabras reflejan la crisis que arrastra la UDI. El problema es que la colectividad es apenas un vestigio de lo que fue, y si permanece así, poco podrá aportar a la candidatura presidencial (y menos a un eventual gobierno).
Es probable que los votantes históricos del gremialismo se estén desencantando cada vez más del actual estado de cosas. Como mencionó el mismo Longueira en una entrevista anterior: “La UDI a la que le dedicamos 30 años de nuestras vidas ya no existe. La UDI tenía un relato muy claro. Ese relato lo transpiramos en las poblaciones y campamentos […] Como siempre lo dije, a la UDI no la destruyen sus adversarios políticos, la destruye la UDI”. En efecto, surgió como un partido enfocado en tres dimensiones clave que construyeron su identidad. Primero, se formó bajo principios de inspiración cristiana que sus militantes debían respetar. Segundo, sus élites debían estar dotadas de una sólida formación en la doctrina social de la iglesia y en la economía social de mercado. Y tercero, cultivó una vocación popular que le disputaba a la izquierda los estratos más vulnerables de la población. Algo de esto queda vigente con el senador Coloma, pero ¿qué pasará cuando termine su periodo?
Si se observan esas bases y se compara con el estado actual de la tienda, surge naturalmente la pregunta: ¿Qué queda de los principios que dieron vida y orientación a la UDI? ¿Cuáles son los móviles que guían a los líderes del partido? ¿Qué los distingue de las otras fuerzas de centroderecha? Nadie parece saberlo.
De hecho, su dirigencia ha mostrado poca autocrítica al evaluar su gestión (y también sus coroneles sobre su papel en la crisis, por cierto). Hace pocos días, por ejemplo, el partido estuvo a punto de romper su histórica alianza con RN debido a la insistencia en postular a María José Hoffmann como candidata a la gobernación de Valparaíso. Sus líderes prefirieron arriesgar esta alianza y descartar a Luis Pardo (RN), un candidato competitivo que conocía bien la zona. Esta situación provocó la renuncia de Ruggero Cozzi a la vicepresidencia de RN, una figura que aportaba en la renovación de una centroderecha con ideas.
Con todo, la crisis de la UDI no sólo se evidencia en sus líderes, sino también en sus últimos resultados electorales. Es un hecho que el Partido Republicano se ha convertido en su principal preocupación, al capitalizar a sus simpatizantes descontentos. Citando nuevamente a Longueira, “Republicanos apareció con una mística política como la de los mejores años de la UDI. Principios claros, trabajo territorial, sintonía con los problemas reales de la gente, por mencionar algunos”. Esto se refleja en las últimas elecciones, donde el PR ha superado a la centroderecha en la mayoría de comunas con altos índices de vulnerabilidad. No será sorprendente, por lo tanto, que la UDI continúe perdiendo terreno en las elecciones municipales.
Ahora bien, nunca es tarde para rectificar el rumbo. La candidatura de Evelyn Matthei representa una oportunidad para reflexionar y redefinir la identidad de este partido que, pese a todos sus problemas, sigue siendo una de las fuerzas electorales más importantes del sector. Pero eso dependerá en parte de que la directiva priorice lo que sus fundadores enfatizaban en el pasado: los principios. Sólo desde una base sólida que oriente podrán modificar la estructura de un partido que parece empeñado sólo en mantener votos y unas cada vez más escuálidas bases de poder.
Si gana las primarias, Matthei podría conseguir algo de la épica que mostró la candidatura de Longueira tras el triunfo a Andrés Allamand en 2013, pese a su renuncia y posteriores problemas judiciales. No obstante, para explotarlo necesita el apoyo de un partido definido y consistente. ¿Puede la UDI volver a ser esa fuerza? Lo veremos luego.