Opinión
El PC, Jara y Venezuela

Aunque Jeannette Jara ha tomado cierta distancia de la dictadura de Maduro, tildándola de “autoritaria”, la evidencia indica que tal declaración no es suficiente.

El PC, Jara y Venezuela

El estrecho vínculo entre la dictadura de Nicolás Maduro en Venezuela y el Partido Comunista chileno es innegable. El conglomerado ha salido a respaldar al dictador en múltiples oportunidades, negando las miles de violaciones a los derechos humanos, defendiendo fraudes electorales y celebrando la imposición de un orden autoritario a sangre y fuego. Por lo mismo, su candidata presidencial, Jeannette Jara, es emplazada constantemente por su opinión sobre la dictadura venezolana.

Esto no es nuevo. El PC ha hecho lo mismo con Cuba, Nicaragua y hasta con Corea del Norte desde hace décadas. Sin embargo, la situación con Venezuela es bastante más compleja porque afecta directamente los intereses de Chile en materia de seguridad. El brutal asesinato del teniente Ronald Ojeda, encargado por las cúpulas de la dictadura al Tren de Aragua -según los antecedentes revelados por el Ministerio Público-, es un atentado grave y directo a nuestra soberanía. Aunque Jeannette Jara ha tomado cierta distancia de la dictadura de Maduro, tildándola de “autoritaria”, la evidencia indica que tal declaración no es suficiente.

El último libro publicado por Chris Dalby, fundador de World of Crime, da cuenta del rol protagónico del gobierno venezolano en el crecimiento y expansión del Tren de Aragua. La investigación de Dalby, que se apoya bastante en fuentes como el excelente libro de Ronna Rísquez sobre la banda delictual, muestra el modo en que algunas autoridades del régimen vieron en Héctor “El Niño” Guerrero (líder del Tren de Aragua) un importante aliado que podía ayudarlos a cumplir sus fines políticos, como bajar los asesinatos al interior de los penales -esta fue una política explícita del chavismo, que le otorgó el control de las cárceles a las bandas criminales para disminuir la violencia penitenciaria-, usar sus soldados para pelear con manifestantes en marchas en contra del régimen o cometer asesinatos políticos tanto adentro como afuera de Venezuela (como sería, según la fiscalía chilena, el de Ronald Ojeda).

De acuerdo con toda la evidencia disponible, Guerrero era el rey de la cárcel de Tocorón, ubicada en el estado de Aragua, con el total beneplácito del régimen. En el lugar regían sus propias leyes y un sistema de justicia hecho a su medida. El penal tenía desde zoológico hasta discoteca, y Guerrero siguió viviendo en el lugar incluso hasta después de cumplida su condena por asesinato. Hay una anécdota que Dalby relata y que revela el nivel de cercanía de la banda criminal con las autoridades venezolanas. Durante unas fiestas, la policía fue a fiscalizar un yate en un muelle en Aragua. Para su sorpresa, el anfitrión de la juerga era el Héctor “El Niño” Guerrero quien, en teoría, debía estar preso por varios años más. Sin embargo, Guerrero les mostró un papel firmado por el Ministerio de Servicios Penitenciarios donde señalaba que él tenía permiso para moverse libremente por el país.

La cárcel de Tocorón fue intervenida en septiembre de 2023, debido a la presión internacional en contra del régimen de Maduro por la libertad con que operaba el Tren de Aragua. Sin embargo, cuando llegaron los efectivos del régimen a apoderarse del penal los principales cabecillas de la banda ya se habían escapado. Hoy, Estados Unidos ofrece una recompensa de cinco millones de dólares por información que conduzca al paradero de Héctor “El Niño” Guerrero.

Estas y muchas otras historias muestran cómo Venezuela permitió que la crisis de seguridad en Chile y en América Latina se desatara del modo en que lo ha hecho. El régimen de Maduro no solo ha permitido que bandas como el Tren de Aragua crezcan, sino que las ha fomentado y utilizado.

¿Qué responderá Jeannette Jara ante esta evidencia? ¿Cómo se hará cargo la candidata de un partido que no sólo ha apoyado, como sabemos hace tiempo, dictaduras que calzan con su ideología, sino ahora regímenes aliados con el narcotráfico y el crimen organizado que han asolado a América Latina y, directamente, a nuestro país? ¿Cómo compatibilizar su proyecto político con el respaldo a un régimen que ha colaborado activamente con el crimen organizado transnacional? Estas preguntas son urgentes y merecen pronta respuesta.

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