¿Con qué cara pretende la nueva izquierda seguir sosteniendo un programa político que se basa en aumentar el poder y las capacidades del Estado en supuesto beneficio del bien común, mientras, al mismo tiempo, lo explotan como botín de guerra y festín para los clientes y amigos?
Señor Director:
Tomando nota respecto de la masiva y persistente rabia popular contra las élites políticas y económicas nacionales, debido a los escándalos de abuso y corrupción, el Presidente Boric intentó usar el caso Hermosilla para ponerse retóricamente del lado de los abusados y ofendidos.
Sin embargo, ni dos semanas pasaron y utilizó el manto mediático de la víspera de Fiestas Patrias para hacerle espacio —dañando de paso la carrera profesional de una mujer con méritos reales— a otro de sus amigos personales en un cargo relevante con altísima remuneración. Así, a Javier Velasco, nuestro embajador en España, ahora se suma Diego Vela como miembro del equipo chileno que nos representa ante la OCDE.
Del mismo modo, el Gobierno ha defendido la irracional prioridad que le ha otorgado al perdonazo del CAE, alegando que no se trata de una movida de clientelismo electoral, sino de una promesa de campaña que debe ser honrada.
Sin embargo, terminar con el amiguismo y profesionalizar las designaciones también fueron promesas de campaña presidenciales, pero nadie parece apurado en el Gobierno por honrarlas, partiendo por el Presidente. ¿Con qué cara pretende la nueva izquierda seguir sosteniendo un programa político que se basa en aumentar el poder y las capacidades del Estado en supuesto beneficio del bien común, mientras, al mismo tiempo, lo explotan como botín de guerra y festín para los clientes y amigos? ¿ Qué credibilidad puede tener un Presidente que hace algo así para presentarse luego como enemigo de los poderosos abusadores?