Opinión
Zona de promesas

El Frente Amplio parece no haber conocido la real capacidad del Estado chileno hasta que tuvo que hacerse cargo de él. Ellos asumieron que las circunstancias para su proyecto político estaban dadas sin poner esas premisas bajo ningún cuestionamiento, por lo que nunca hubo una reflexión detenida sobre las condiciones de posibilidad de un Estado de bienestar.


Zona de promesas

Este 2025 comienza el último tramo del gobierno del Presidente Gabriel Boric. De modo inevitable, será un período marcado por los balances y por la posibilidad de proyectar un eventual legado hacia el futuro. Sin embargo, hasta ahora, parece no haber demasiado que destacar más allá de un par de logros puntuales. El autoproclamado gobierno transformador ha cumplido mucho menos de lo prometido, dejando parte importante de sus compromisos de campaña en el aire.  

Aunque es común que los candidatos ofrezcan cosas que no puedan cumplir -por algo estamos donde estamos-, en este caso el choque con la realidad ha sido especialmente rudo. La principal promesa defraudada -pues en ella se sostienen todas las otras- es la construcción de un estado de bienestar. Para el oficialismo, sobre todo para el Frente Amplio, la meta era convertirnos en algo así como la versión latinoamericana de Suecia, Noruega o Dinamarca. Esos países eran algunos de los ejemplos que el actual gobierno ofrecía como alternativa al modelo de desarrollo que Chile había construido en los últimos 40 años.

Hoy esa aspiración parece más lejana que nunca. Eso se debe, en parte, a que esta administración no logró traducir sus discursos sobre estados protectores y beneficios gratuitos a proyectos serios y realistas. Hay un gran paso entre repetir la verborrea de Mazzucato y los LSE boys sobre el Estado empresario a tomar las riendas de un aparato estatal que tiene enormes complejidades y desafíos. Los problemas en la gestión del litio o en iniciativas como “Gas para Chile” son ejemplos claros de esa brecha.

El Frente Amplio parece no haber conocido la real capacidad del Estado chileno hasta que tuvo que hacerse cargo de él. Ellos asumieron que las circunstancias para su proyecto político estaban dadas sin poner esas premisas bajo ningún cuestionamiento, por lo que nunca hubo una reflexión detenida sobre las condiciones de posibilidad de un Estado de bienestar.

Uno de los pilares fundamentales para este tipo de modelos es contar con población que permita financiarlo y sostenerlo. Por tanto, las tasas de natalidad y el envejecimiento son aspectos fundamentales. Durante los últimos años, Chile ha tenido una de las tasas de natalidad más bajas del mundo. ¿Cuál ha sido la reflexión del Frente Amplio al respecto? ¿De qué modo intentan hacer frente a esa crisis? Hasta ahora, nada en el horizonte.

Algo similar ocurre con la inestabilidad familiar, que es un problema fundamental para los Estados de bienestar. Sin embargo, en círculos oficialistas es percibida como una agenda que sólo importa a grupos conservadores contrarios al divorcio y la disolución de las familias tradicionales.

Esta falta de coherencia se vuelve especialmente clara cuando analizamos las prioridades educacionales de la coalición gobernante. A pesar de que los estados de bienestar que el gobierno pretendía imitar enfatizan en la primera infancia como motor clave del desarrollo, nuestro gobierno insiste una y otra vez con la educación superior, priorizando recursos en medidas como la condonación del CAE. No es novedad que los intereses electorales hayan sido más relevantes que sus supuestas convicciones.

Hay otras múltiples áreas donde el gobierno ha sido incapaz de ofrecer una aproximación robusta y realista del Estado. Un ejemplo burdo, pero también muy evidente, es el transporte público. Durante su campaña, este gobierno propuso “transporte doble cero”, una iniciativa, inviable desde su inicio, que prometía cero emisiones y cero tarifas en buses urbanos. En contraste, sólo el año pasado, el costo de los pasajes en Santiago ha subido más de tres veces. Resulta irónico que quienes rasgaron vestiduras hace unos años por las alzas de la locomoción colectiva -los mentados 30 pesos- ahora enfrenten situaciones similares sin hacer la más mínima reflexión al respecto. 

Los debates sobre pensiones también muestran problemas similares. Durante la campaña escuchamos una y otra vez a Giorgio Jackson asegurar que las personas recibirían el doble por el mismo monto de cotización si ellos resultaban elegidos. Que era cosa de hacer bien los cálculos. Que era un asunto de buena voluntad. Que los de al frente eran egoístas. Y aquí estamos entrampados nuevamente en una discusión donde el gobierno no da el ancho y que el mismo Presidente se ha dedicado a ensuciar increpando a las AFP. Es la pulsión de federación de estudiantes universitarios que aparece cada cierto tiempo en La Moneda y que vuelve poco creíbles todos los discursos aylwinísticos que intenta hacer Boric. 

Queda por ver si, tras este gobierno, el Frente Amplio continuará ofreciendo como horizonte el Estado de bienestar. Nuestro país está muy lejos de tener las condiciones basales de esos modelos y el oficialismo ha demostrado, en innumerables oportunidades, carecer de los cuadros y la capacidad para imaginar un proyecto de esas características. Todo indica que la promesa cambiará. Esperemos que sea por algo que sí puedan cumplir.



También te puede interesar:
Flecha izquierda
Flecha izquierda