Opinión
Orrego versus Orrego

Lagos se abstuvo de cara al 4S; Frei llamó a votar Rechazo. Orrego optó por un camino diferente.

Orrego versus Orrego

Luego de los comicios locales y de convencionales de mayo de 2021 —catastróficos para las derechas, pero también para la centroizquierda—, Josefina Araos se interrogaba cuánto había pesado en ese torneo electoral la ausencia de un proyecto de reformas creíble e institucional; un proyecto capaz de reivindicar los “30 años” con apertura crítica, sin renegar de ellos. 

El triunfo de Claudio Orrego frente a la cuestionada Karina Oliva, un mes después, confirmaba la pertinencia de esa pregunta y la enorme oportunidad que asomaba para el gobernador electo. El mensaje de los votantes —muchos de centro y derecha— era elocuente: la narrativa del cambio y las transformaciones tenía sus límites. Los chilenos no estaban dispuestos a cualquier cosa, al punto que un heredero de la Concertación y de ese mundo falangista que alguna vez dijo inspirarse en Maritain y las encíclicas sociales lograba superar la feroz campaña frenteamplista, que invocó al “pueblo”, al “miedo” y hasta Pinochet. 

Pero los ganadores de mayo de 2021 nunca se tomaron en serio las múltiples advertencias que esgrimieron moros y cristianos. Toda alerta ante los desvaríos de la fallida Convención sería descalificada como “coro catastrofista”. Y las izquierdas, comandadas por el Frente Amplio, el PC y un variopinto electo de “independientes”, no trepidaron en proponer una utópica restructuración de la vida política, económica y social del país. Ya no sólo se renegaba del Chile posdictadura, sino también de toda su trayectoria republicana.

De manera progresiva, diversos exponentes de la centroizquierda criolla comenzaron a levantar la voz. Entre ellos cabe mencionar a académicos e intelectuales, como Cristián Warnken y Oscar Landerretche (PS), y también a dirigentes políticos. Los más destacados fueron el expresidente Lagos, que subrayó los graves peligros que suponían la plurinacionalidad, el Consejo de la Justicia y la eliminación del Senado, y que finalmente se abstuvo de cara al 4S; y el expresidente Frei Ruiz-Tagle, que fue un pasó más allá, cuestionó el talante derechamente autoritario del texto que se plebiscitaba y llamó a votar Rechazo, tal como a la larga lo haría el 62% del electorado. 

Claudio Orrego, sin embargo, optó por un camino diferente. En el hito político más relevante desde el retorno a la democracia, cuando el país se jugó su destino de manera inédita, decidió respaldar el Apruebo. ¿Dónde quedaron su historia previa, sus ideales, aquello que prometía encarnar cuando venció a Oliva? Mal que le pese, estas preguntas se repetirán ahora que vuelve a disputar un balotaje por la gobernación regional. Luego, su círculo debería enfocarse no tanto en su adversario, sino en dibujar una imagen coherente de su propia biografía. ¿Será posible?


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