Opinión
La tumba del neoliberalismo

El reciente libro de Álvaro Vergara, “Neoliberalismo: una idea en disputa” (IES, 2025), ayuda a aquilatar las raíces, vacíos e implicancias de dicha lectura que embriagó no sólo al frenteamplismo, sino también a los herederos de la Concertación que desde 2011 renegaron sin pudor y casi sin excepciones de su propia obra. Vergara muestra cómo la izquierda criolla estuvo lejos de innovar en esa agenda. Fue más bien la caja de resonancia de una serie de autores y movimientos políticos vigorizados por el Foro de Sao Paulo y el socialismo del siglo XXI. 

La tumba del neoliberalismo

El tercer aniversario de Gabriel Boric en La Moneda fue ingrato para las izquierdas. A las polémicas del momento —listarlas sería muy extenso—, la conmemoración puso sobre la mesa un balance incómodo dentro del oficialismo. ¿Cómo evaluar las múltiples promesas incumplidas, las transformaciones que no fueron, las expectativas frustradas? ¿Signo de madurez, resignación, mero pragmatismo? ¿Realismo con renuncia o “lo peor que nos ha pasado”? 

Conviene recordar cuán utópico era el proyecto de la nueva izquierda al llegar al poder. Tal vez quien mejor lo resumió fue el propio Boric, luego de derrotar a Daniel Jadue en la primaria de 2021: “Si Chile fue la cuna del neoliberalismo, también será su tumba”. Desde ahí se ha evidenciado una y otra vez la enorme distancia que separaba al Chile profundo de la ambición de Boric y Apruebo Dignidad (¡qué rótulo!). Menos se ha reparado, en cambio, en su errada lectura del neoliberalismo; mono de paja al que convirtieron en el destinatario favorito de sus dardos, con más entusiasmo que rigurosidad. 

El reciente libro de Álvaro Vergara, “Neoliberalismo: una idea en disputa” (IES, 2025), ayuda a aquilatar las raíces, vacíos e implicancias de dicha lectura que embriagó no sólo al frenteamplismo, sino también a los herederos de la Concertación que desde 2011 renegaron sin pudor y casi sin excepciones de su propia obra. Vergara muestra cómo la izquierda criolla estuvo lejos de innovar en esa agenda. Fue más bien la caja de resonancia de una serie de autores y movimientos políticos vigorizados por el Foro de Sao Paulo y el socialismo del siglo XXI. 

Frente a esa retórica marcada por la caricatura y el ánimo combativo, Vergara formula una reconstrucción histórica esclarecedora, en la medida en que ilustra con claridad que Chile no fue la “cuna” del neoliberalismo. Ya sea que indaguemos en sus antecedentes intelectuales (los ordoliberales alemanes y la escuela austríaca y de Chicago), en sus hitos como movimiento (el coloquio Lippmann, la sociedad Mont Pélerin), o en sus experiencias políticas fundacionales (el consenso de Bretton Woods o el milagro económico alemán de posguerra), sus puntos de arranque residen en Europa y Estados Unidos.

Entre varias lecciones adicionales, el libro de Vergara advierte que este movimiento orientado a responder al auge de los totalitarismos y renovar el liberalismo del siglo XX se caracterizó —con sus luces y sombras— por su profundidad intelectual (la difusión puede ser rigurosa), así como por su convivencia plural entre distintas corrientes (no hay un único modo de restringir el papel del Estado y promover la iniciativa particular). Se trata, por lo mismo, de un texto provechoso para los círculos de la actual oposición. 

También te puede interesar:
Flecha izquierda
Flecha izquierda