La administración de Desbordes será también un indicador de futuro: si lo hace bien, demostrará que la centroderecha posee las prioridades y herramientas necesarias para reconstruir un país dañado por la violencia, la pandemia y la desastrosa gestión oficialista.
Mario Desbordes es un político audaz. Durante el estallido social, intentó posicionar una derecha que se opusiera a la violencia, pero que también abogara por un cambio social significativo. Su objetivo era llegar a los grupos que habían sufrido las consecuencias de la destrucción y asimismo a aquellos que clamaban por mejores ingresos y mayor protección social. En esa época, en un programa de televisión, increpó al entonces diputado Gabriel Boric por confrontar a los militares que salieron a la calle durante las protestas de octubre. “Tú te das un ‘gustito’, te sientes el Che Guevara. Lo que hiciste ayer no está validando la protesta pacífica”, le dijo. Sin embargo, poco después, el mismo Desbordes respaldó los retiros de fondos previsionales de las AFP, tal vez la peor política pública desde el retorno a la democracia.
El presidente de RN en ese entonces mostraba luces, pero también algunas sombras. Aunque ha cometido errores (y algunos graves), Desbordes siempre pareció tener claro qué hacer, cuándo mostrar disciplina y cuándo explorar otros caminos. Si pagó costos, supo hacerlo a título personal.
En efecto, el próximo alcalde de Santiago suele apoyar a quién debe hacerlo, colaborar con quién debe y liderar en tiempos que lo requieren, todas cualidades propias de un buen alcalde. Recordemos que, pese a ser una de las figuras más incómodas dentro de la derecha para el gobierno del Presidente Piñera en la crisis, aceptó bajar el perfil, poner en pausa al personaje que estaba creando e integrarse tras el llamado del Presidente, al Ministerio de Defensa, uno de sus sueños. En la última elección presidencial, con el Frente Amplio y el Partido Comunista al frente, también demostró lealtad y fue uno de los primeros en respaldar a José Antonio Kast en la segunda vuelta, mientras otros líderes de la coalición optaron por levantar un cerco sanitario hacia esa derecha. Por eso, no sorprende que haya asumido el desafío de competir en una comuna difícil como Santiago e intentar recuperar la alcaldía más importante de Chile. Mientras otros candidatos de su sector prefirieron competir en plazas cómodas, sin riesgos, el ex ministro de Defensa apostó su experiencia y un mermado capital político en ir a la disputa con el PC, pues nadie aseguraba que ganaría. Sin embargo, ganó.
Como puede verse, Mario Desbordes ha sabido reinventarse una y otra vez: ayer estaba en segunda línea y hoy, sin ir más lejos, es el alcalde de Santiago. Ahora bien, debido a las características del cargo, la tarea que se le aproxima probablemente sea la más desafiante de toda su carrera política. En la práctica, toda la responsabilidad de la reconstrucción de Santiago caerá sobre él. Muchos barrios de su comuna están hoy en ruinas, y el primer paso para recuperar siquiera una parte de su antiguo apogeo será centrarse en ámbitos que Desbordes conoce y supo defender durante el estallido: seguridad, orden público, aseo y ornato. En efecto, la capital regional necesita volver a lo básico para recuperar parte de su pasado, antes que cualquier otra cosa imaginable.
Desde luego, la tarea no será fácil. El desapego a las normas, el deterioro de las arcas fiscales y las buenas costumbres que la administración comunista de Irací Hassler infringió a Santiago ha sido uno de los golpes más letales que ha recibido la comuna. En ese sentido, la administración de Desbordes será también un indicador de futuro: si lo hace bien, demostrará que la centroderecha posee las prioridades y herramientas necesarias para reconstruir un país dañado por la violencia, la pandemia y la desastrosa gestión oficialista.
Si cumple con esta difícil tarea, el futuro alcalde y expresidente de RN irá recuperando la impronta y el liderazgo que lo caracterizaron hace algunos años; un liderazgo que, sin duda, será fundamental en un posible gobierno de la derecha.
En otras palabras, con una buena administración Desbordes podrá volverse a encontrar él mismo, a esa figura con talante que perdió en el camino. Por eso y como él lo ha expresado, su triunfo es “una revancha”, de esas que la política a veces ofrece y que el próximo alcalde de Santiago supo esperar y aprovechar.