Opinión
Hijos sin padre

Siendo un auténtico enigma por qué diversos exponentes de una generación que tenía (y tiene) tantos aprendizajes que transmitir continúa —hasta hoy— mostrando tamaña complacencia a la hora de evaluar la acción política de la nueva izquierda.

Hijos sin padre

Señor Director:


Agradezco la nueva respuesta de Eugenio Tironi (sábado). Coincido con él en la conveniencia de no extender ad eternum este intercambio, por lo que me limitaré a subrayar dos consideraciones y añadir una anécdota.

En primer lugar y tal como ha quedado de manifiesto, ambos concordamos en la necesidad de poner fin a la incertidumbre y propiciar una actitud colaborativa de la oposición.

En segundo término —y pese a lo anterior—, ambos discrepamos sobre las responsabilidades recíprocas del actual oficialismo y, en particular, del Presidente Boric. Al parecer, medir con la misma vara a derechas e izquierdas es mucho pedir (no way), incluso aunque se trate de una cuestión tan elemental como aceptar la legitimidad democrática del adversario que logra imponerse en las urnas.

Cierro con una anécdota: mientras se producía este intercambio justo leía el valioso libro “Ajuste de cuentas”, de Eugenio Tironi, sobre el modo en que él y su generación asumieron el fracaso y la herencia de Salvador Allende. Para mí sigue siendo un auténtico enigma por qué diversos exponentes de una generación que tenía (y tiene) tantos aprendizajes que transmitir continúa —hasta hoy— mostrando tamaña complacencia a la hora de evaluar la acción política de la nueva izquierda; una acción muy distante tanto de la renovación socialista como del estilo de Patricio Aylwin y los inicios de la Concertación. Es algo que simplemente no logro entender.

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