En concreto, jamás un Presidente de la República puede volver a sufrir el temor de ser derrocado por vías ilegítimas. Ciertamente la sociedad chilena enfrenta múltiples problemas y desafíos, y el descontento social tenía —tiene— fundamentos; pero la lógica según la cual "el fin justifica los medios" conduce a los países al despeñadero. Es precisamente lo que ocurrió en Chile un lustro atrás.
Sr. Director:
En un escrito de mediados del siglo XX, el intelectual francés Raymond Aron afirma que la subsistencia del régimen democrático depende, fundamentalmente, de contar con una dirigencia política que "no sea ni cínica ni cobarde, que tenga coraje político, confianza en sí misma y sentido de su propia misión". Es pertinente recordar estas palabras a cinco años de la crisis de octubre de 2019. Mientras por esos días varios protagonistas de los "30 años" terminaron de renegar de su propia obra, gran parte del oficialismo actual no dudó en avalar o instrumentalizar la violencia como método de acción política. Esas actitudes tuvieron graves consecuencias y, por tanto, urge sacar las lecciones del caso.
En concreto, jamás un Presidente de la República puede volver a sufrir el temor de ser derrocado por vías ilegítimas. Ciertamente la sociedad chilena enfrenta múltiples problemas y desafíos, y el descontento social tenía —tiene— fundamentos; pero la lógica según la cual "el fin justifica los medios" conduce a los países al despeñadero. Es precisamente lo que ocurrió en Chile un lustro atrás. Abdicar de la responsabilidad inherente a la función pública y abrazar —siguiendo con Aron— el "maquiavelismo puro y simple" supone un grave error político, moral e intelectual. Esperemos que quienes incurrieron en él hayan aprendido que no todo vale y que el día de mañana, cuando vuelvan a ser oposición, actúen de modo diferente. Así lo exige la lealtad con los principios e instituciones de nuestra república democrática.