¿Qué sería entonces Matthei? Mientras dos candidatos con posturas claras a su derecha capturan parte importante del electorado, Chile Vamos sigue sin rumbo, lo que agrava la pérdida de identidad de la candidatura y su proyección al 16 de noviembre.

Las encuestas de las últimas semanas confirman una tendencia que ya se percibía en el ambiente: Evelyn Matthei baja, mientras José Antonio Kast repunta. Según los últimos resultados de Cadem, el candidato republicano aparece por primera vez en mucho tiempo ligeramente por sobre la carta de Chile Vamos, dentro del margen de error. Más que una consolidación, el dato sugiere que Kast se acerca a Matthei. El punto es relevante, porque rompe una estabilidad que se mantenía desde el fracaso del Consejo Constitucional, hito que marcó un declive momentáneo del líder republicano. En efecto, hasta ahora la exalcaldesa de Providencia ha bajado en preferencias por las suyas, mostrando un despliegue errático, sin rumbo claro, ni relato, ni épica.
Lo insólito es que su equipo lleva más de un año trabajando en un programa que, lejos de entusiasmar, ni siquiera ha logrado ser comunicado adecuadamente. Por eso sorprende que el coordinador programático, Juan Luis Ossa, asegure a estas alturas: “estamos cada vez mejor, en el sentido de que nos estamos ordenando”. A esto se suma el diagnóstico del jefe de campaña, Diego Paulsen, quien en Tolerancia Cero declaró que Matthei “logra consolidar un eje programático que no es de izquierda ni de derecha”. Siguiendo esa línea: ¿qué sería entonces Matthei? Mientras dos candidatos con posturas claras a su derecha capturan parte importante del electorado, Chile Vamos sigue sin rumbo, lo que agrava la pérdida de identidad de la candidatura y su proyección al 16 de noviembre.
Lo anterior tiene poco de accidental. La candidatura de Evelyn Matthei no se construyó desde un proyecto de sociedad que convocara. Más bien, fue al revés: ante sus buenos resultados en las encuestas, un grupo en torno a ella comenzó a construir un programa y a proveerla de contenido. Por eso, la tarea de justificar políticamente la candidatura nunca se concretó y, ante la presión actual por revertir los resultados, dicha labor podría volverse aún más difícil. La apuesta ha sido contener la fuga de votos con parches, pero no parece haber un proyecto de fondo que permita dirigir un gobierno. La variedad y pluralidad en la candidatura, que podrían ser una fortaleza, en este caso han jugado una mala pasada: los tres partidos de centroderecha, marcados por diferencias internas -basta con observar los distintos lotes dentro de RN o las recientes elecciones internas de Evópoli- no logran imponer disciplina.
En contraste, el Partido Republicano hasta ahora ha mostrado un esquema de repunte y un diseño político consistente. Kast no solo tiene un mensaje claro, sino algo más relevante: un solo partido alineado atrás. Sus voceros no se salen del libreto, y sus candidatos están más en terreno que en los medios. Como bien se ejemplifica en el reportaje de The Clinic: “El ‘método Kast’: detrás de la agenda republicana hay un diseño que se sigue. Mientras tanto, Matthei optó por designar a una decena de voceros con menos coordinación de la necesaria, y con algunos más interesados en las cámaras que en el aporte territorial. El caso de Paulina Núñez, que pese a sus últimas declaraciones se mantiene de vocera, muestra cómo esta decisión termina desdibujando aún más su candidatura.
Las próximas semanas serán decisivas. Ante la veda de encuestas por las primarias en la izquierda, los comandos se moverán por debajo del radar para consolidar posiciones. En este escenario, quien logre ubicarse en el primer lugar dentro de la derecha podría marcar la tendencia de cara a la primera vuelta. Si es Kast quien lo logra, el impacto podría ser definitivo, sobre todo considerando el factor Johannes Kaiser. Si bien el traspaso de votos no será total, es probable que una parte significativa sí lo haga, como ya ocurrió en el reciente acuerdo parlamentario preliminar. En ese escenario, debe decirse que Kast deberá demostrar que no solo sabe ser un retador, sino también administrar la mayoría. Y en esa línea, también debe demostrar que saber tender puentes hacia la centroderecha, pues la necesitará si de verdad quiere gobernar.
A fin de cuentas, el panorama para Chile Vamos podría volverse crítico. Hoy, la misma candidata que hace un par de meses afirmaba que “Kast sería el más fácil de todos” porque a él le ganaba “lejos”, enfrenta una posibilidad de quedar fuera de la segunda vuelta. Y mientras su equipo actúa como si estuviera en aquel balotaje -por el tipo de campaña que están desplegando, el mensaje y el electorado al que apuntan-, en realidad están perdiendo la primera posición. Este parece ser el momento para quitar las manos del piano y poner los pies en la frontera, la violencia y el crecimiento económico. En su caso, siempre se puede terminar tocando una sonata poco feliz.