Opinión
Con Aylwin en el bolsillo

La DC perdió el rumbo hace años. Aunque podrían ser muchos los posibles puntos de inflexión, un hito relevante pareciera ser el momento en que decidió sumarse al proyecto de la Nueva Mayoría

Con Aylwin en el bolsillo

Hace algunos días, el histórico militante de la DC Jorge Correa Sutil renunció al partido de la flecha roja. Los motivos de su decisión fueron explicados con mayor detalle en una entrevista para el diario El Mercurio, donde sostuvo que a la centroizquierda le faltaba “aplomo para sostener su propio proyecto político”. De esta manera, el abogado que fuera secretario de la Comisión Rettig sigue el camino de otros históricos que ya se han marchado, como Mariana Aylwin, Gutenberg Martínez, Ximena Rincón, Patricio Walker y René Cortázar, entre muchos otros. Pese a que el ex Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle ha dicho públicamente que no renunciará al partido sólo por la gran cantidad de años que ha militado en él, está claro que la DC ya no es el partido de figuras como su padre o Patricio Aylwin, ni tampoco el que dio estabilidad a Chile durante la transición.

La DC perdió el rumbo hace años. Aunque podrían ser muchos los posibles puntos de inflexión, un hito relevante pareciera ser el momento en que decidió sumarse al proyecto de la Nueva Mayoría, antecedente inmediato de la unidad de las izquierdas que hoy tienen relegada a la DC a un lugar más que secundario. Sin embargo, la DC que se encuentra en los libros de historia fue un partido que, en su momento, primero decidió competir precisamente contra la izquierda para presentar un proyecto alternativo y popular. Más tarde, fracasados esos modelos comunitaristas y siendo testigos de los beneficios de la economía social de mercado, optó por unir fuerzas con una izquierda socialdemócrata que rechazó la violencia para enfrentar a la dictadura y liderar la transición. En ese sentido, si bien se acomodó a los tiempos, no abandonó ni renegó completamente de su corazón e inspiración cristiana.

La debacle se desencadenaría años después. Cuadros de las generaciones intermedias y las nuevas generaciones olvidaron prontamente sus principios fundacionales y, por sobre todo, sus fundamentos vinculados a la doctrina social de la Iglesia. El partido se transformó así en una organización que busca básicamente llegar a los puestos de poder para proporcionar carteras de trabajo a sus bases partidarias. En otras palabras, pasó de ser un partido que orientaba en la discusión pública a una mera bolsa de trabajo. Hoy mientras los partidos de izquierda maltratan a la DC por su escaso poder negociador, su actual directiva prefiere pactar con quienes hicieron carrera defenestrando a dichos líderes con tal de no competir solos.

Ahora bien, la desorientación del partido puede que tenga una causa anterior. Cómo muestra el historiador Diego González Cañete en su último libro “La hora del pueblo” (IES, 2024), aparte de ser políticos excepcionales, los grandes dirigentes democratacristianos siempre tuvieron una inquietud existencial. Buscaban conocer los grandes misterios de la sociedad, las particularidades del pueblo y del pensamiento cristiano. Más allá de lo que uno considere hoy sobre ese proyecto, es evidente que invertían tiempo para pensar. El mejor ejemplo era que muchos de sus líderes más importantes escribían y reflexionaban sobre el país en órganos del partido, cómo la revista Política y espíritu. Algo tal vez de esa DC pueda quedar en alguna de sus figuras, pero sin duda están relegadas de la toma de decisiones o bien ya dejaron el partido.

En resumen, tensión vital, inquietudes intelectuales, una orientación cristiana y un compromiso con el pueblo conformaron el proyecto original de la DC. Esa magnitud de proyecto perdió Chile por una combinación de clientelismo, la desviación moral y la pereza intelectual. Lo anterior no es una simple pachotada, pues puede decirse que marca toda la praxis posterior del partido. ¿Qué Democracia Cristiana en el mundo podría aliarse con el Partido Comunista? ¿Qué tan perdida debe estar para haber apoyado una propuesta como la de la fallida Convención Constitucional? ¿Cuánta desesperación existe ahí dentro para haber perseguido a quienes se decantaron por el Rechazo? ¿Qué tan alejados del proyecto original de centro deben estar para que su última candidata presidencial haya sido Yasna Provoste? ¿Cuál es, al fin y al cabo, el proyecto político actual de la DC?Hace algunos días, el histórico militante de la DC Jorge Correa Sutil renunció al partido de la flecha roja. Los motivos de su decisión fueron explicados con mayor detalle en una entrevista para el diario El Mercurio, donde sostuvo que a la centroizquierda le faltaba “aplomo para sostener su propio proyecto político”. De esta manera, el abogado que fuera secretario de la Comisión Rettig sigue el camino de otros históricos que ya se han marchado, como Mariana Aylwin, Gutenberg Martínez, Ximena Rincón, Patricio Walker y René Cortázar, entre muchos otros. Pese a que el ex Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle ha dicho públicamente que no renunciará al partido sólo por la gran cantidad de años que ha militado en él, está claro que la DC ya no es el partido de figuras como su padre o Patricio Aylwin, ni tampoco el que dio estabilidad a Chile durante la transición.

La DC perdió el rumbo hace años. Aunque podrían ser muchos los posibles puntos de inflexión, un hito relevante pareciera ser el momento en que decidió sumarse al proyecto de la Nueva Mayoría, antecedente inmediato de la unidad de las izquierdas que hoy tienen relegada a la DC a un lugar más que secundario. Sin embargo, la DC que se encuentra en los libros de historia fue un partido que, en su momento, primero decidió competir precisamente contra la izquierda para presentar un proyecto alternativo y popular. Más tarde, fracasados esos modelos comunitaristas y siendo testigos de los beneficios de la economía social de mercado, optó por unir fuerzas con una izquierda socialdemócrata que rechazó la violencia para enfrentar a la dictadura y liderar la transición. En ese sentido, si bien se acomodó a los tiempos, no abandonó ni renegó completamente de su corazón e inspiración cristiana.

La debacle se desencadenaría años después. Cuadros de las generaciones intermedias y las nuevas generaciones olvidaron prontamente sus principios fundacionales y, por sobre todo, sus fundamentos vinculados a la doctrina social de la Iglesia. El partido se transformó así en una organización que busca básicamente llegar a los puestos de poder para proporcionar carteras de trabajo a sus bases partidarias. En otras palabras, pasó de ser un partido que orientaba en la discusión pública a una mera bolsa de trabajo. Hoy mientras los partidos de izquierda maltratan a la DC por su escaso poder negociador, su actual directiva prefiere pactar con quienes hicieron carrera defenestrando a dichos líderes con tal de no competir solos.

Ahora bien, la desorientación del partido puede que tenga una causa anterior. Cómo muestra el historiador Diego González Cañete en su último libro “La hora del pueblo” (IES, 2024), aparte de ser políticos excepcionales, los grandes dirigentes democratacristianos siempre tuvieron una inquietud existencial. Buscaban conocer los grandes misterios de la sociedad, las particularidades del pueblo y del pensamiento cristiano. Más allá de lo que uno considere hoy sobre ese proyecto, es evidente que invertían tiempo para pensar. El mejor ejemplo era que muchos de sus líderes más importantes escribían y reflexionaban sobre el país en órganos del partido, cómo la revista Política y espíritu. Algo tal vez de esa DC pueda quedar en alguna de sus figuras, pero sin duda están relegadas de la toma de decisiones o bien ya dejaron el partido.

En resumen, tensión vital, inquietudes intelectuales, una orientación cristiana y un compromiso con el pueblo conformaron el proyecto original de la DC. Esa magnitud de proyecto perdió Chile por una combinación de clientelismo, la desviación moral y la pereza intelectual. Lo anterior no es una simple pachotada, pues puede decirse que marca toda la praxis posterior del partido. ¿Qué Democracia Cristiana en el mundo podría aliarse con el Partido Comunista? ¿Qué tan perdida debe estar para haber apoyado una propuesta como la de la fallida Convención Constitucional? ¿Cuánta desesperación existe ahí dentro para haber perseguido a quienes se decantaron por el Rechazo? ¿Qué tan alejados del proyecto original de centro deben estar para que su última candidata presidencial haya sido Yasna Provoste? ¿Cuál es, al fin y al cabo, el proyecto político actual de la DC?

También te puede interesar:
Flecha izquierda
Flecha izquierda