Es verdad que el Presidente Boric ha realizado más de un mea culpa en esta materia, pero ni el Frente Amplio ni el PC —referentes centrales de su administración— suelen acompañarlo en esas reflexiones.
¿Cómo volverán a comportarse el día de mañana, cuando sean oposición? ¿Qué métodos juzgan válidos y cuáles no? ¿Qué piensan de la violencia como método de acción política? ¿La justifica la pasión revolucionaria o, en los términos de 2019, una “revuelta”?
Señor Director:
En el marco de su gira por Europa, el Presidente Boric señaló el lunes en Alemania que le preocupa el auge de fuerzas que “no valoran, como nosotros, la democracia”. Con independencia de que el mandatario esboza un análisis insuficiente del proceso europeo (las izquierdas retrocedieron y la centroderecha tradicional triunfó), se trata de una afirmación enigmática e inquietante por dos motivos, al menos.
Primero, porque de un tiempo a esta parte diversas voces de izquierda —desde la expresidenta Bachelet hacia abajo— vienen identificando lo “ultra” con el legítimo planteamiento en la esfera pública de posiciones conservadoras, de raigambre cristiana u opuestas al progresismo. Y esto, casi sobra decirlo, pugna con la tolerancia al disenso propia del régimen democrático. ¿Qué piensa Gabriel Boric al respecto?
Y segundo, porque desde el retorno a la democracia el único gobernante que temió ser derrocado por vías de facto e irregulares fue Sebastián Piñera. Es verdad que el Presidente Boric ha realizado más de un mea culpa en esta materia, pero ni el Frente Amplio ni el PC —referentes centrales de su administración— suelen acompañarlo en esas reflexiones.
¿Cómo volverán a comportarse el día de mañana, cuando sean oposición? ¿Qué métodos juzgan válidos y cuáles no? ¿Qué piensan de la violencia como método de acción política? ¿La justifica la pasión revolucionaria o, en los términos de 2019, una “revuelta”?
Si el mandatario se encuentra genuinamente preocupado por el futuro de nuestra democracia, sería muy positivo que ayude a despejar estas dudas. Mal que le pese, su coalición de origen tiene erosionadas sus credenciales democráticas.