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Editorial: El fenómeno Trump
Claudio Alvarado
Al momento de escribir estas líneas, han transcurrido pocos días del asesinato de Charlie Kirk, un crimen que conmocionó a Estados Unidos y que vuelve a confirmar tanto el espiral de violencia como la honda fractura que divide a la sociedad norteamericana. Dicha fractura se refleja nítidamente en las muestras de complacencia —incluyendo crueles burlas y sátiras— que proliferaron en redes sociales luego del homicidio del polemista conservador (algo que también se observó fuera de Estados Unidos y de lo cual Chile no estuvo exento). Todo lo anterior ilustra a la perfección no solo la intolerancia de cierto progresismo, sino también algunas de las inquietudes planteadas por MAGA, el movimiento político y social que catapultó el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Después de todo, aquella corriente puede ser leída como una reacción previsible —más o menos patológica, según el caso— a la agenda woke y otros fenómenos que anteceden a Trump. El presente número de Punto y coma, elaborado antes del asesinato de Kirk, busca precisamente interrogar la fisonomía de esa reacción, explorando tanto sus antecedentes como los indudables rasgos problemáticos del controvertido mandatario estadounidense, desde su estridencia y excesiva hostilidad hacia sus adversarios, hasta su papel en la frustrada toma del Capitolio —anticipo de la deriva autoritaria que reflejan algunas decisiones de su nueva administración—.
En relación con los antecedentes del nuevo gobierno de Trump, cabe subrayar que, contra la evidencia disponible —y, en parte, debido al infundado encandilamiento mediático que generó la campaña de Kamala Harris—, fueron muy pocas las voces del mainstream que vislumbraron el segundo triunfo del actual presidente de Estados Unidos; un triunfo más contundente que el de 2016. Esta falta de advertencia no deja de sorprender: al menos desde el Brexit, abundan los motivos para tomarse en serio candidaturas e hitos como los de Trump, ajenos a las modas de las grandes urbes, pero poseedores de un sólido respaldo popular. No obstante, su retorno al poder confirmó la permanencia de una serie de puntos ciegos por parte de las élites políticas y culturales, en especial dentro del mundo progresista. Dichos puntos ciegos —que parecen remitir a un defecto estructural— conducen a pasar con rapidez desde el desdén hacia ciertas figuras e ideales, juzgados a priori como arcaicos, a la perplejidad o franco desprecio cuando el electorado vota de un modo diferente al esperado. Desde distintas perspectivas y con diferentes énfasis y conclusiones, tanto el artículo de Josefina Araos como las entrevistas a Gregory Conti y Mary Eberstadt, además de varias de las reseñas contenidas en la sección central de este número, profundizan en este asunto. Un factor que pareciera haber incidido en esa perplejidad es la persistencia, más o menos consciente, de la vulgata que acompañó la difusión de las tesis de Fukuyama: la idea según la cual la caída del Muro de Berlín y los felices años noventa traerían consigo el “fin de la historia”. Como sugiere con lucidez el periodista español Ramón González Férriz en su libro La trampa del optimismo, las lógicas dominantes de la política tradicional actual — incluyendo su incapacidad para lidiar con tendencias como los denominados nuevos populismos y derechas alternativas— pueden explicarse en gran medida por el excesivo e inédito optimismo que distinguió a la política noventera. Cualesquiera sean sus méritos, esta aproximación a la vida política obnubiló a los cuadros dirigentes y condujo a ignorar diversos problemas que comenzaron a incubarse en esos mismos años, tanto a nivel interno como en materia de relaciones exteriores; problemas anticipados tempranamente por autores como Michael Sandel, Christopher Lasch y Jean Bethke Elshtain (de cuya autoría es el premonitorio ensayo que incluimos en el “Rescate” de esta entrega de Punto y Coma). Desde luego, si algo sabemos hoy es que esa cándida aspiración a una renovada paz perpetua kantiana, carente de conflictos internacionales, nunca llegaría a concretarse. Tal como apuntan Juan Ignacio Brito y Álvaro Vergara en sus respectivos artículos —uno con énfasis en el cuadro geopolítico y el otro en materias económicas—, la irrupción de Trump también puede ser entendida como una manifestación más de la crisis del orden liberal internacional, de la cual el mandatario estadounidense es más síntoma que causa. Con todo, ninguna de las reflexiones anteriores debe llevarnos a desconocer los problemas objetivos que han rodeado la instalación y los primeros meses de esta segunda administración, caracterizada por múltiples denuncias de actuaciones arbitrarias e ilegales. Por ello, junto con textos que contribuyen a indagar en los aspectos ya referidos, en las páginas que siguen el lector también encontrará en los artículos de María Asunción Poblete y Sebastián Soto un agudo examen de los defectos inherentes al proyecto político del actual mandatario, así como de la vigencia de los célebres contrapesos institucionales legados por los “padres fundadores”. La pregunta subyacente es hasta qué punto tales contrapesos permitirán resistir los abusos del líder del movimiento MAGA, cuya arquitectura y claroscuros también son escrutados a lo largo de este nuevo número de Punto y coma.
Por último, además de los artículos centrales, esta entrega incluye —como es habitual— una sección miscelánea, que busca dar cabida a distintas expresiones de las humanidades y ciencias sociales, a un ritmo distinto del que suele imponer la contingencia. En esta ocasión, este apartado abre con un escrito dedicado a Pablo Chiuminatto, destacado académico y artista visual que, entre otros innumerables aportes a la vida cultural criolla, participó activamente del comité editorial de nuestro Instituto hasta su reciente e inesperado fallecimiento en marzo pasado. Con su alegría, entusiasmo, erudición y generosidad, Pablo apoyó de modo permanente el trabajo editorial del IES y, en particular, la elaboración de Punto y coma semestre a semestre. Aunque ningún reconocimiento sería suficiente para dar cuenta de su prolífica labor artística e intelectual, dedicamos este número de nuestra revista a su memoria, como un sencillo homenaje a quien extrañaremos enormemente.