Carta publicada el domingo 11 de agosto de 2024 por La Tercera.

SEÑOR DIRECTOR:

Esta semana el Presidente Boric criticó al “régimen de Maduro”, su “persecución penal contra González y Machado” y la represión “a su propio pueblo que exige se respete su voluntad expresada democráticamente”. En términos de discurso y posicionamiento político, no hay dudas respecto de dónde se ubica el Mandatario. Si alguna vez el dirigente o diputado Boric fue condescendiente con el chavismo, hoy su mensaje es otro.

Bastante más dudosas, en cambio, son las implicancias concretas de dicho posicionamiento una vez consumado el fraude electoral de Maduro. Por un lado, ¿cuáles serán los pasos que seguirá el gobierno en materia de política exterior? ¿Cuáles son sus aliados y su horizonte de acción? Ciertamente el gobierno se encuentra distante de países como Cuba o Bolivia, pero no le acomoda la ofensiva de Argentina o Perú. Tampoco logra concordar una agenda común con el Brasil de Lula, al punto que solo luego de su partida subió el tono de sus cuestionamientos. Nada indica que La Moneda cuente con una estrategia definida frente al caso venezolano.

Por otro lado, la falta de consecuencias del discurso del Mandatario es aún más visible en el plano interno. Desde Venezuela pueden basurear a su persona y al país, pero el Partido Comunista no se inmuta, y el Presidente parece dispuesto a aceptarlo a cualquier evento. Según él mismo dijo, cree que es posible aislar sus diferencias con el PC sobre la dictadura de Maduro. Es muy difícil que esto cambie en el corto plazo, pues aquí está en juego una de las convicciones más profundas de Gabriel Boric: la unidad de las izquierdas.

Visto desde ese ángulo, no hay mayores sorpresas: los diversos actores hoy se comportan tal como vienen haciéndolo hace muchos años. Mientras el PC defiende al chavismo y se pliega a la política rusa, el Presidente cuida la alianza con los comunistas como un bien indisponible e intransable. Y el Mandatario -todo hay que decirlo- no se encuentra solo en esta cruzada. Por mucho que el socialismo democrático fustigue por la prensa al PC, tiene un flamante acuerdo electoral junto al partido de la hoz y el martillo, y el oficialismo se proyecta de modo cada vez más explícito en una nueva candidatura de Michelle Bachelet. Así, la alianza de izquierdas no logra concebirse a sí misma sin representantes del chavismo. Más allá de la retórica, todos siguen bailando al ritmo del PC.